El nuevo espacio cultural de la capital catalana, irreverente y transgresor, muestra 42 de las 200 piezas prohibidas o denunciadas por motivos políticos, sociales o religiosos
Quince famosas obras de la primera serie de grabados de la colección Los Caprichos, del reconocido pintor español, Francisco de Goya o la obra Smiling Copper del artista urbano Banksy, que forma parte de una serie de retratos de policías fuertemente armados con el símbolo del ‘smiley’ en la cara, son algunas de las 42 piezas tanto antiguas como recientes que se exhiben en el Museo del Arte Prohibido que ha abierto sus puertas en la Casa Garriga Nogués, ubicada en pleno centro del Eixample de Barcelona.
En un edificio de inspiración modernista, una monumental escalera iluminada de forma cenital invita a acceder a las dos plantas de este museo donde puedes encontrarte con obras irreverentes de Picasso, Gustav Klimt, Goya, Andy Warhol o Banksy, entre otros. Fue en 2018 que el empresario y periodista Tatxo Benet, uno de los fundadores de Mediapro, inició una colección que en solo cinco años ha logrado reunir 200 obras que han sido censuradas, prohibidas o denunciadas por motivos políticos, sociales, comerciales, de género o religiosos en distintas partes del mundo. Hay desde pinturas, esculturas, grabados, fotografías, instalaciones y obras audiovisuales.
No apto para todos los públicos
El Museo del Arte Prohibido ha abierto en octubre de 2023 y ya ha llamado la atención del público por su poder transgresor. Durante el recorrido se pueden ver a visitantes sorprendidos por las diferentes piezas que se exponen y la historia que brota de cada una de ellas. Es un exposición permanente, irrespetuosa y descarada, mordaz y crítica que puede herir sensibilidades pero que aspira a convertirse en un nuevo gran reclamo cultural de Barcelona… Eso sí, no está recomendada para menores de edad.
Un manifiesto que resume los distintos tipos de censura que se pueden encontrar a lo largo del museo marca el inicio del recorrido y a partir de ahí se pueden ver piezas que no solo han sido denostadas, sino que incluso han sido agredidas, como la obra ‘¡Con flores a María!’ de Charo Corrales, un cuadro que un visitante rajó de arriba abajo durante una muestra de 2019 en Córdoba. En otra sala se puede ver una mujer sentada en una silla con los pies descalzos y un pequeño pájaro en el hombro: se trata de la escultura ‘The statue of a girl of peace’ de los artistas y activistas Kim Seo-Kyung y Kim Eun-sung, y que aún sigue provocando incidentes internacionales. La obra representa a las esclavas sexuales coreanas que eran ofrecidas a los soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y todos sus elementos tienen un significado, como por ejemplo la sombra de una anciana que simboliza las dificultades que han tenido que sufrir los años posteriores a ese conflicto bélico.
Un saco de boxeo, una caja de fósforo o alfombras de oración
También vale la pena detenerse ante ‘Evermust’ de Zoya Falkova, una obra que fue retirada de una exposición en Kirguizistán por orden del ministerio de Cultura por ser incompatible con las tradiciones nacionales. La pieza, compuesta por un saco de boxeo, con aspecto de torso de una mujer es el retrato de la socialización de género femenina y de un clima social en el cual la violencia es considerada no sólo norma, sino también una señal de amor.
La instalación ‘Silence rouge et bleu’, de la artista franco argelina Zoulikha Bouabdellah, cubre una habitación con treinta alfombras de oración islámica sobre la que están colocados pares de ‘stilettos’ blancos, toda una metáfora sobre la situación de las mujeres árabes. La obra se exponía en Clichy (Francia) en 2015, pero tuvo que ser retirada después que el Ayuntamiento informó a Bouabdellah de posibles reacciones violentas ante la instalación después del atentado contra la revista satírica ‘Charlie Hebdo’.
Durante el recorrido también se puede encontrar la pieza más pequeña elaborada por el colectivo argentino Mujeres Públicas con cajas de fósforos con la imagen de una iglesia ardiente y que ha causado mucha controversia. Así, en este espacio de 2.000 metros cuadrados conviven piezas actuales con otras más antiguas como la Suite 347 de Pablo Picasso, el Mao de Andy Warhol, ‘Always Franco’ de Eugenio Merino, el McJesus de Jani Leinonen o incluso dibujos realizados por prisioneros de Guantánamo, todas ellas acompañadas por un código QR que los visitantes pueden descargarse para obtener toda la información que hay detrás de cada una de ellas.
- Más datos: La entrada tiene un costo entre 12-9 €.
- Más informe: sobre los horarios aquí
Conclusión:
El Museo de Arte Prohibido es una visita estimulante y original que no dejará indiferente a nadie. Presenta obras sensibles que fueron censuradas o fustigadas por motivos políticos, religiosos o ideológicos y que ahora conforman un catálogo. Es una nueva oferta cultural de Barcelona para las mentes abiertas que quieran reflexionar sobre las contradicciones del mundo actual.